La Fusión del Pensador y Sus Pensamientos

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La Fusión del Pensador y Sus Pensamientos

El pensamiento es sensación, ¿verdad? Mediante la percepción y el contacto surge la sensación; de ésta nace el deseo, deseo de esto y no de aquello. El deseo es el principio de la identificación, lo “mío” y lo “no mío”. El pensamiento es sensación verbalizada; el pensamiento es la respuesta de la memoria, la palabra, la experiencia, la imagen. El pensamiento es transitorio, cambiante, impermanente, y está buscando permanencia.

Era un estanque pequeño, pero muy bello. La hierba cubría sus orillas y unos pocos escalones bajaban hasta él. Había un pequeño templo blanco a un extremo, rodeado de altas y esbeltas palmeras. El templo estaba bien construido y cuidado; estaba inmaculadamente limpio, y a aquella hora, cuando el sol estaba muy oculto tras del palmar, no había nadie allí, ni siquiera el sacerdote, quien cuidaba el templo y lo que contenía con gran veneración. Este pequeño y decorativo templo daba al estanque una atmósfera de paz; el lugar estaba muy silencioso, y hasta las aves estaban en silencio. La leve brisa que movía las palmeras estaba cesando, y unas pocas nubes flotaban a través del cielo, radiante en el sol vespertino. Una culebra nadaba por el estanque, entrando y saliendo por entre las hojas de loto. El agua estaba muy clara, y había lotos rosa y violeta. Su delicado aroma flotaba sobre el agua y las verdes orillas. Nada se movía ahora, y el encanto del lugar parecía llenar la tierra. Pero ¡qué hermosas eran aquellas flores! Estaban muy quietas y algunas empezaban a cerrarse para la noche, dejando fuera la oscuridad. La culebra había cruzado el estanque, subido la orilla y pasaba cerca; sus ojos eran como brillantes y negras cuentas, y su bífida lengua jugaba ante ella como una llamita, abriéndole el camino.

La especulación y la imaginación son un obstáculo para la verdad. La mente que especula nunca puede conocer la belleza de lo que es; está presa en la red de sus propias imágenes y palabras. Por lejos que pueda vagar en su fabricación de imágenes, sigue dentro de la sombra de su propia estructura y nunca puede ver lo que está más allá de sí misma. La mente sensible no es una mente imaginativa. La facultad de crear cuadros limita a la mente; tal mente está ligada al pasado, al recuerdo, que la embota. Sólo la mente en calma es sensible. La acumulación en cualquier forma es una carga; y ¿cómo puede una mente ser libre cuando está cargada? Sólo la mente libre es sensible; lo abierto es lo imponderable, lo implícito, lo desconocido. La imaginación y la especulación impiden lo abierto, lo sensible.

Había él pasado muchos años, dijo, en busca de la verdad. Había andado alrededor de muchos instructores, muchos gurús, y, estando aun en su peregrinación, se había detenido aquí para inquirir. Bronceado por el sol y enflaquecido por sus viajes, era un asceta que había renunciado al mundo y había dejado su propio remoto país. Por medio de la práctica de ciertas disciplinas, había aprendido con gran dificultad a concentrarse, y había subyugado  los apetitos. Como intelectual, con facilidad para las citas, sabía discutir bien y —era rápido en sus conclusiones. Había aprendido el sánscrito, y las resonantes frases de éste le resultaban fáciles. Todo esto había dado cierta agudeza a su mente; pero una mente agudizada no es flexible, libre.

Para comprender, para descubrir, ¿no tiene la mente que ser libre en el principio mismo? ¿Puede ser jamás libre una mente que esté disciplinada, reprimida? La libertad no es una meta última; tiene que existir en el principio mismo ¿no es así? Una mente que esté disciplinada, bajo control, es libre dentro de su propio molde; pero eso no es libertad. El fin de la disciplina es la conformidad; su sendero lleva a lo conocido, y lo conocido nunca es lo libre. La disciplina, con su temor, es la codicia del logro.

“Estoy empezando a ver que hay algo fundamentalmente malo en todas estas disciplinas. Aunque he pasado muchos años tratando de dar forma a mis pensamientos de acuerdo con el modelo deseado, encuentro que no llego a ninguna parte”.

Si el medio es la imitación, el fin tiene que ser una copia. El medio hace el fin, ¿no es verdad? Si la mente está moldeada en el principio, también estará condicionada al fin; y ¿cómo puede ser nunca libre una mente condicionada? El medio es el fin, no son dos procesos separados. Es una ilusión creer que, mediante un mal medio, puede alcanzarse lo verdadero. Cuando el medio es la represión, el fin tiene que ser también un producto del temor.

“Tengo una vaga impresión de lo inadecuado de las disciplinas, aun cuando yo las practique, como aun lo hago; ahora no son más que un hábito inconsciente. Desde la niñez, mi educación ha sido un proceso de conformidad, y la disciplina ha sido en mí casi instintiva desde que me pose por primera vez esta túnica. La mayoría de los libros que he leído, y todos los gurús a los que he acudido, prescriben el control en una u otra forma, y no tenéis idea de cómo me consagré a ello. Así que lo que decís parece casi una blasfemia; realmente es para mí, una sacudida, pero es evidente que eso es verdadero. ¿Habré desperdiciado mis años?”

Habrían sido desperdiciados si vuestras prácticas impidieran ahora la comprensión, la receptividad a la verdad, es decir, si estos impedimentos no fueran sabiamente observados y profundamente comprendidos. Estamos tan atrincherados en nuestro propio artificio, que la mayor parte de nosotros no nos atrevemos a mirarlo o mirar más allá de ello. El ansia misma de comprender es el comienzo de la libertad. ¿Cuál es, pues, nuestro problema?

“Estoy buscando la verdad, y he convertido en medios para tal fin las disciplinas y prácticas de varias clases. Mi más profundo instinto me impulsa a buscar y encontrar, y no estoy interesado en nada más”.

Empecemos cerca para llegar lejos. ¿Qué queréis decir con la palabra búsqueda? ¿Estáis buscando la verdad? Y ¿puede encontrarse buscando? Para buscar la verdad tenéis que saber lo que ella es. Buscar implica un conocimiento previo, algo ya sentido o conocido, ¿no es esto? ¿Es la verdad algo que deba ser conocido, acumulado y retenido? ¿No es su formulación una proyección del pasado y no la verdad en absoluto, sino un recuerdo? La búsqueda implica un proceso hacia fuera o interno, ¿no? Y ¿no tiene que estar en calma la mente para que la realidad sea? La búsqueda es el esfuerzo para ganar lo más o lo menos, es adquisitividad positiva o negativa; y mientras la mente sea la concentración, el foco del esfuerzo, del conflicto, ¿puede jamás estar en calma? Puede la mente estar en calma por el esfuerzo? Puede clamarse por medio de la compulsión, pero lo que se hace puede deshacerse.

“Pero ¿no es indispensable esfuerzo de alguna clase?”

Vamos a verlo. Vamos a inquirir sobre la verdad de la búsqueda. Para buscaré tiene que haber el buscador, una entidad separada de aquello que él busca. Y ¿existe semejante entidad separada? ¿Es el pensador, el experimentador, diferente o separado de sus pensamientos y experiencias? Sin inquirir en todo este problema, la meditación no tiene sentido. Debemos, pues, entender la mente, el proceso del ego. ¿Qué es la mente que busca, que escoge, que teme, que niega y justifica? ¿Qué es el pensamiento?

“Nunca he abordado el problema en esta forma, y me siento ahora un poco confuso; pero, por favor seguid”.

El pensamiento es sensación, ¿verdad? Mediante la percepción y el contacto surge la sensación; de ésta nace el deseo, deseo de esto y no de aquello. El deseo es el principio de la identificación, lo “mío” y lo “no mío”. El pensamiento es sensación verbalizada; el pensamiento es la respuesta de la memoria, la palabra, la experiencia, la imagen. El pensamiento es transitorio, cambiante, impermanente, y está buscando permanencia. Así es como el pensamiento crea al pensador, que entonces llega a ser lo permanente; asume el papel del censor, el guía, el que ejerce el control, el moldeador del pensamiento. Esta ilusoria entidad permanente es el producto del pensamiento, de lo transitorio. Esta entidad es el pensamiento; sin el pensamiento, no existe. El pensador está hecho de cualidades; sus cualidades no pueden separarse de él mismo. El controlador es lo controlado y en este juego él se está engañando a sí mismo. Hasta que lo falso sea visto como falso, la verdad no existirá.

“Entonces, ¿quién es el vidente, el experimentador, la entidad que dice, ‘comprendo’?”

En tanto exista el experimentador recordando la experiencia la verdad no existirá. La verdad no es algo para recordarse, almacenarse, registrarse, y luego exhibirse. Lo que se acumula no es la verdad. El deseo de experimentar crea el experimentador, que entonces acumula y recuerda. El deseo contribuye a la separación del pensador de sus pensamientos; el deseo de llegar a ser, de experimentar, de ser más o de ser menos, contribuye a la división entre el experimentador y la experiencia. Darse cuenta de los caminos del deseo es conocimiento de sí mismo. El autoconocimiento es el principio de la meditación.

“¿Cómo puede haber fusión del pensador con sus pensamientos?”

No mediante la acción de la voluntad, ni por la disciplina, ni por ninguna forma de esfuerzo, control o concentración, ni por ningún otro medio. El uso de un medio implica un agente que esté actuando ¿no? Mientras haya un actor, habrá división. La fusión ocurre sólo cuando la mente está en completa calma, sin tratar de estar en calma. Existe esta calma, no cuando el pensador termina, sino sólo cuando el pensamiento mismo ha desaparecido. Hay que estar libre de la respuesta del condicionamiento, que es el pensamiento. Cada problema se resuelve sólo cuando no existe la idea, la conclusión; la conclusión, la idea y el pensamiento, son la agitación de la mente. ¿Cómo puede haber comprensión cuando la mente está agitada? El fervor debe estar atemperado con el veloz juego de la espontaneidad Encontraréis, si habéis oído todo lo que se ha dicho, que la verdad vendrá en momentos en que no la estáis esperando. Si me permitís decirlo, sed abierto, sensible, daos plena cuenta de lo que es de instante en instante. No levantéis en torno vuestro un muro de pensamiento impermeable. La gloria de la verdad llega cuando la mente no está ocupada en sus propias actividades y luchas.

(Tomado de los «Comentarios sobre el vivir» – J. Krishnamurti)

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